"En el siglo XVIII vivía en Madrid un sacerdote de nombre D. Diego Enríquez, el cual poseía una gran extensión de terreno, con su casa, sus jardines y su fuente, que se llamaba la fuente del cura, precisamente por ser de Don diego. Estas propiedades de Enríquez estaban entre las calles Pozas y San Bernardo.
Un día, la madrina de este sacerdote, de nombre Juana de Mendoza, un poco mayor ella, se encontraba paseando por los jardines. La desgracia quiso que los criados de Enríquez se encontraran a Juana muerta y con su cuerpo recostado en la fuente.
Felipe II llegó más tarde a Madrid, donde se instaló como monarca. Esto coincidió con la iniciativa del sacerdote de dividir su finca en dos, una de las cuales fue a manos de Felipe II, y la otra la adquirío un tal Juan Coronel.
En la parte de Coronel había un lago repleto de peces de todos los colores, con los que jugaba Blanca, la hija de Juan. El problema vino cuando los albañiles, que estaban construyendo la casa de Juan, cogían agua del estanque, por lo que no tardó mucho tiempo en ponerse sucia; ante esto, los peces fueron muriendo y sólo quedo uno, al que Blanco cuidó con todo su cariño.
Una vez finalizada la obra, Blanca y su padre limpiaron el estanque para meter al pez dentro, pero la desgracia quiso que el pez muriera. Años más tarde, el padre grabó un pez de piedra en la entrada de la casa, con una inscripción que decía “Casa del Pez”.
Este símbolo se respetó en las edificaciones posteriores y la calle pasó a llamarse calle del pez, en honor a tal suceso.
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1 comentario:
Magnífica serie y muy buena narración
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